sexta-feira, 29 de outubro de 2010

Abuelita - Hans Christian Andersen

Abuelita es muy vieja, tiene muchas arrugas y el pelo completamente blanco, pero sus ojos brillan como estrellas, sólo que mucho más hermosos, pues su expresión es dulce, y da gusto mirarlos. También sabe cuentos maravillosos y tiene un vestido de flores grandes, de una seda tan tupida que cruje cuando anda. Abuelita sabe muchas, muchísimas cosas, pues vivía ya mucho antes que papá y mamá, esto nadie lo duda. Tiene un libro de cánticos con recias cantoneras de plata; lo lee con gran frecuencia. En medio del libro hay una rosa, comprimida y seca, y, sin embargo, la mira con una sonrisa de arrobamiento, y le asoman lágrimas a  los ojos. ¿Por qué abuelita mirará así la marchita rosa de su devocionario? ¿No lo sabes? Cada vez que las lágrimas de la abuelita caem sobre la flor, los colores cobram vida, la rosa se hincha y toda la sala se impregna de su aroma; se esfuman las paredes cual si fuesen pura niebla, y en derredor se levanta el bosque, espléndido y verde, con los rayos del sol filtrándose entre el follaje, y abuelita vuelve a ser joven, en una bella muchacha de rubias tranzas y redondas mejillas coloradas, elegante y graciosa; no hay rosa más lozana, pero, sus ojos, sus ojos dulces y cuajados de dicha, siguen siendo los ojos de abuelita.
         Sentando junto a ella hay un hombre, joven, vigoroso, apuesto. Huele la rosa y ella sonríe - ¡Pero ya no es la sonrisa de abuelita! - sí, y vuelve a sonreír. Ahora se ha marchado él, y por la mente de elle desfilan muchos pensamientos y muchas figuras; el nombre gallardo ya no está, la rosa yace en el libro de cántico, y… abuelita vuelve a ser la anciana que contempla la rosa marchita guardada en el libro.
         Ahora abuelita se ha muerto. Sentada en su silla de brazos, estaba contando una larga y maravillosa historia.





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